HARE KRISHNA, HARE…
Vale, hay cuatro cosas que he hecho o que me han pasado, que seguramente me pueden convertir en alguien especial; me ha mordido un delfín (concretamente una delfina llamada Jennifer), le he dado la mano a una persona que ha estado en la Luna (a Buzz Aldrin, uno de los compañeros de Neil Amstrong) y he bajado 7 pisos en un ascensor junto a Henry Rollins (yo con resaca, él en plenitud muscular). Sin duda, tres acontecimientos que al menos confirman un grado de experiencia vital por encima de la media. Pero ninguna de las anteriores supera a la cuarta: he editado a un grupo Hare Krishna. Es más, no sólo publiqué un disco, sino que conseguí que anunciaran por televisión una bebida refrescante…
Año 1997, el boom DOVER comenzaba a expandirse y por la oficina de Augusto Figueroa pasaban constantemente amigos y conocidos a pasar el rato. Uno de ellos era Jose, bueno, en esa época ya era “Bhagta Jose”; un cántabro simpático, amante de la música a rabiar, y que había decidido encauzar una vida un tanto desordenada bajo el influjo de Krishna. Vivía en el Centro que tenían, y tienen, en la calle Espíritu Santo, a donde yo y la gente de Subterfuge (Gema, Gorka, Pepeillo, Mikel, Tomazeusky…), nos acercábamos a comer algunos días sus ricos menús veganos, en esos días ofrecidos a cambio de la voluntad; y a escuchar y cantar -descalzos por cierto- unos mantras junto a ellos, cosa que nos divertía muchísimo. Allí también vivía Surabi, un ex yonki del extrarradio barcelonés, de la época dura de la heroína, con el que personalmente hice buenas migas. Le caía bien, siempre me daba las raciones más copiosas de comida y compartía conmigo un bote de especias ultra picantes que guardaba cual tesoro.
Un día Jose apareció por la oficina, y además de traernos unos pastelitos que hacían ellos mismos y sobre los que especulábamos sobre su composición, trajo un cd con dos canciones de un grupo de devotos de Krishna llamados UNDROP. El grupo era un trío, dos hermanos suecos Thomas y Stephan, junto a un abulense llamado Antonio. El disco incluía ese hitazo instantáneo que era Train. Fue escucharlo y engancharnos totalmente. Recuerdo que sé lo envié vía mensajero a Javier Liñán, que trabajaba en Warner Chappell, la editorial con la que coeditábamos y me llamó automáticamente; justo estaba reunido en ese momento con Fino Oyonarte, y estaban flipando con el tema.
Era la época en la que empezamos a trabajar - vía nuestro amigo Oscar Sanz y la agencia TIEMPO BBDO - en varias campañas del grupo Pepsico, como Pepsi, Radical Fruit etc. así que Santiago Menéndez, responsable en Chappell del tema de licencias les envió el tema rápidamente.
No tardamos en recibir noticias de la agencia, les había encantado y querían hablar con nosotros sobre un spot que se iba a hacer de manera inminente, y en el que la canción les cuadraba totalmente, así que cerramos una reunión. Menéndez y un servidor nos acercamos a las oficinas de Tiempo, allí nos contaron que era una campaña de Pepsi, que querían utilizar el tema y que además, querían que el grupo protagonizaran el anuncio. Todo OK excepto una cuestión: eran devotos Hare Krisnha y vivían y actuaban como tales. Entre otras cosas, renegaban de las marcas comerciales de cualquier tipo, y desde luego el uso y disfrute de bebidas refrescantes gasificadas de manera artificial, no entraba en sus parámetros de consumo. Pero había que intentarlo.
Lo primero fue cerrar una reunión con ellos, Bhagta Jose - que ya se había cambiado el nombre a Jaramara- y Surabi en el centro de la calle Espíritu Santo. Allí les expliqué la propuesta y en un principio se mostraron reacios, aunque dejaron una puerta a abierta a tener una reunión con los creativos de la marca, y así lo hicimos. Organicé una reunión en su oficina, con una mesa gigante de juntas: a un lado yo, la representación Hare Krishna con sus túnicas y su pachuli, y Santiago Menéndez; del otro lado, los representantes de Pepsi - gente brillante como Elena Cabrero y Aurelio Antuña- y los de la agencia; y en medio de las dos comitivas, en el centro de la kilométrica mesa, una bandeja llena de latas de Pepsi. Empezó de manera tensa y el panorama era bastante surrealista, por un lado las túnicas naranjas, por otro las corbatas. Yo lo veía todo bastante complicado, pero de alguna manera el diálogo empezó a fluir, y lo que al principio era una negativa bastante tajante, empezó a cambiar cuando se empezó a hablar de las características de la campaña, donde entre otras cosas, se respetaría su condición religiosa, lo que vieron como una oportunidad de difundir su credo a través de las ondas catódicas. El interés mutuo se rubricó en el momento en el que Stephan, el batería, repto por encima de la mesa, cogió una lata de Pepsi, la abrió y empezó a beber para algarabía de todos presentes.
Pero había que solventar otro escollo, había que pedir permiso a las altas instancias Hare Krishna españolas, así que un buen día de invierno -lo recuerdo por el frio increíble que pasamos- me dirigí junto a Jonnhy Canut, que ejercía como nuestro abogado en esa época y Jaramara; a la granja que tenían en Brihuega (Guadalajara) y que era algo así como su Vaticano particular. Después de seis horas de charla, intento de adoctrinamiento, mantras y risas, nos fuimos de allí con el permiso para poder seguir adelante.
A partir de ese momento todo se produjo a la velocidad de la luz. Se realizó el spot que quedó fantástico. Se edito un recopilatorio titulado “Generation Next” que fue un exitazo y recuerdo un día en el que vi correr a UNDROP por la Gran Via, saliendo de MADRID ROCK donde habían firmado su disco debut “The Crossing”, perseguidos por ordas de fans enloquecidas.
En unos meses combustionó todo: el grupo optó por irse a una multinacional, Pepsi cambió de estrategia y tiró la toalla ante Coca-Cola y el bueno de Surabi se fue a la India con lo que había ganado como road manager de la banda, donde recuperó viejos hábitos y murió de sobredosis. Thomas, el cantante, ahora es Tirta Kirthi y es la mano derecha de Macaco. Sin noticias de Stephan y Antonio. Jaramara, que ejerce como Hare Krishna a tiempo parcial, sigue estando en mi agenda de buenos amigos y aunque hace años que no me paso por el centro de Espíritu Santo, quizás lo haga en breve, seguro que me asaltan más recuerdos. Recuerdos de un momento en el que fui capaz de fusionar, religión oriental extrema y pacifista, con agresivo mercantilismo americano neoliberal…..¡¡¡Hare Pepsi!!! Así, con dos…